Sólo hay algo peor que el Hombre de la Bolsa, el Hombre del Saco, El Cuco, El Coco, o como quieran llamarlo... Y es esta peliculita sobre él.
Realmente, el Hombre de la Bolsa es una leyenda que bien merece una película, pero no como ésta, que no es más que una colección dispersa de escenas de suspenso casi aterradoras, unidas de manera muy endeble por un argumento pobrísimo y plagado de clichés y lugares comunes que ya me tienen francamente aburrido.
Durante la primera hora de la película, uno no tiene mucha idea de lo que sucede. Tan sólo ve al protagonista llevándose unos cuantos sustos aquí y allá, a medida que se mueve, cuando abre una puerta, enciende una luz en una habitación oscura o escucha unos crujidos en el suelo a su espalda, pero es difícil determinar qué es lo que está haciendo exactamente. Tan sólo deambula por ahí, asustándose a cada segundo y se supone que nosotros, los espectadores, debemos asustaros con él, aferrarnos a los brazos de nuestros asientos y gritar: "¡No! ¡No lo hagas! ¡No entres ahí! ¡Por favor, POR LO QUE MÁS QUIERAS, no entres ahí!"... Pero no. Yo no grité nada de eso, simplemente me limité a aburrirme adivinando lo que iba a pasar a continuación en cada estúpida escena.
Para concluir: una película patética, con un guión patético, una dirección patética y un argumento aún más patético. Si realmente quieren asustarse con el Hombre de la Bolsa, pídanle a su abuela que les cuente la historia otra vez antes de irse a dormir.