Emotiva producción cargada de dramatismo y de buena intención que está ambientada en el típico contexto rural americano del primer cuarto del siglo XX.
No faltan pinceladas de humor y, en un entorno familiar propio de las pequeñas poblaciones, aparecía una joven B. Davis que demostraba su desenvoltura y su natural disposición para la interpretación.
El argumento resulta ingenuo, algo impostado y con evidente carga maniquea.
Su factura cinematográfica tiende a lo convencional y la incorporación de piezas musicales no encuentra el modo fluido y sutil que habría convenido al relato.

Sin embargo presenta algunas escenas de mérito notable y la película se debe juzgar con benevolencia puesto que se estrenó hace casi 90 años.
En 1931.