Emotiva, sentida y contenida película en que F. Zinnemann encuentra ese tono de sencillez descriptiva que convierte el asunto más complejo en una reseña inmediata, intuitiva y palmaria.
La eterna lucha humana entre el interior y el exterior se ha dilucidado en los libros de psicología, de filosofía y de antropología hasta la saciedad por medio de sesudas reflexiones e incluso ha sido objeto de severas diatribas.
El celuloide que dirige el vienés -basado en la gran novela de K. Hulme- no sólo simplifica la problemática sino que expone puntos de partida valiosos y también plausibles referencias de llegada.

Y lo hace con maestría, utiliza un lenguaje cinematográfico de altísimo nivel, un ajustado sentido del ritmo, una fotografía magnífica y un elenco en que cada cual borda su papel.
Entre ellos hay que destacar con caracteres especiales a una A. Hepburn que parece que ha nacido para la pantalla.