Episodio crudo, de ambivalencia formal y narración retrospectiva que despierta los sentidos, invita a la curiosidad morbosa y se debate entre la propuesta meramente argumental y un ejercicio cinematográfico completo.
Cada una de sus tramas posee entidad suficiente para erigirse en protagonista porque todas resultan convincentes y sólidas pero juntas parecen diluirse y no terminan de desarrollarse como podían haber hecho.
El tren del dolor y del miedo, la exigencia de privacidad o la supervivencia tras la muerte resultan propuestas muy interesantes y de notable complejidad conceptual.
Por eso el espectador queda sumido en un estado de reflexión personal al que no es ajeno cierta saturación como consecuencia de una dosis excesiva de estímulos.