Irregular película en la que G. Stevens acierta a plantear con soltura la trama cómica y por eso la primera parte del film resulta agradable, a veces divertido y se sigue con interés.
Pero no sucede lo mismo cuando pretende imprimir un tono general de drama y adopta porte severo para formular sus propuestas de carácter social.
Esa parte es poco afortunada a pesar de contar con actores tan destacados como K. Hepburn y S. Tracy que cumplen su cometido a la perfección.

Al guión le falta un trabajo de mayor calado profesional.
Baste recordar que durante la última parte de la proyección la historia se torna lenta, carente de interés y tan previsible como anodina.