Precisa y directa, la trama inicia su andadura con un objetivo claro aunque el espectador, de momento, ignore casi todos los detalles.
Pero resulta imposible sustraerse a su influjo.
Un trasfondo psicológico y social enarbola la bandera de la urgencia y ambos dejan su mensaje en la pantalla como si se tratara de una sentencia.
Una exquisita ambientación, un ritmo contagioso y una banda sonora que subraya la pauta de la emoción marcan los perfiles de una historia absorbente.
El guión de L. Marcus y la dirección de J. Newman aportan una intensidad creciente que perdura hasta el final.