A pesar de la reticencia inicial a aceptar esta nueva encarnación de Holmes, hay que reconocer que se encuentra a la altura de los que le precedieron en la pantalla y que en nada desmerece de aquéllos.
Cuesta aceptar la novedosa propuesta estética y un exceso de tramas enrevesadas pero todas las asperezas las lima gracias a una puesta en escena creativa, sorprendente y muy original que se conjuga con la complicidad de mucho ingenio, de mucha intriga y con una capacidad narrativa excepcional.

Es cierto que la serie en ocasiones tiende a lo desmesurado, a lo ubérrimo, a lo excesivo y a lo apabullante pero su discurso cinematográfico nunca resulta petulante o libresco.
Al contrario, siempre lo encontramos sencillo, cercano, fluido y muy entretenido.

Como pretendía Conan Doyle.