Historieta casi ridícula que Mel Brooks construye en base a una reiteración de gags absurdos, previsibles y aburridos hasta la saciedad.
La película pretende revivir en clave de parodia diversos momentos de la historia humana pero lo que consigue, en realidad, se ciñe a una concatenación desafortunada de secuencias poco brillantes, demasiado obvias, de marcado cariz chabacano y que delatan ausencia de inspiración.
Además su ritmo resulta lento, el interés para el espectador roza la nulidad y el tratamiento general se arrastra por los lindes de la vulgaridad.
Sólo el atrezo merece un punto de mérito.

Pobre balance.