Estupenda película que salta a la pantalla como un ejercicio de inmersión en la China del siglo XIX en que la ambientación, la cadencia del ritmo, la banda sonora y el aroma oriental dibujan un entorno idóneo para el desarrollo de la acción.
La rica iconografía y su cuidado contexto social y cultural son dignos de encomio pero no se ven favorecidos por la duración algo exagerada de las peleas ni por la excesiva ilusión de una coreografía que se recrea demasiado en su porte fantástico.
Por lo demás la producción resulta desbordante, muy atractiva y presenta escenas de enorme plasticidad cuyo tratamiento cromático rebosa belleza y excelente factura cinematográfica.