¿Cómo no celebrar los intentos de Lumiére por descubrir cuál era el auténtico ámbito en el que el cine debía encontrar su definitivo camino?

Cuando parecía que el documental o el reportaje se hallaban en el centro de dicha actividad, él lo intentó con todas sus fuerzas y procuró ser original y creativo, ensayó encuadres novedosos, temas variados y propuestas cotidianas no carentes de singularidad.

Ese es su valor.
Ese es su valor pero, a veces también, por falta de ambición, su condena.