La película presenta una variada tipología humana y adentra su mirada en ese mundo de las apuestas en el que apenas hay distancia entre el todo y la nada.
El largometraje es nervioso, activo y continuamente apunta a la cumbre de la cinematografía aunque, en algún momento, se deja influir demasiado por la prosa de R. Jessup e incurre en un lenguaje más libresco del que conviene.
Pero su factura, en general, es excelente y cuando no sucumbe a esa tentación, N. Jewison conduce la trama con mucho acierto y presenta las situaciones cargadas de tensión y dramatismo.
Excelente actuación de S. McQueen y de E.G. Robinson.