Influenciada claramente por la serie Guinea pig, Mariano Peralta pone su granito de arena a un tema que por espinoso no creo que debiera ser más explicado. Un guión mínimo, unas interpretaciones bastante regulares, pero unas imágenes absolutamente perturbadoras como el desangramiento de un cerdo, que se quedan en la retina más de lo que uno quisiera.
Oportunista, chavacana y burda pero con algo que la hace magnética.
La reflexión sobre las zonas erógenas cambiantes y la perversión como concepción del cuerpo del otro como algo vacío, un objeto, más que interesantes, la verdad...
Es probablemente la película más enfermiza que he visto. Absolutamente aterradora.