La ley de cada país es la suya. Y la argentina y la española si bien no son exactas son primas hermanas como bien decía mi profe de Internacional II. Como marca diferenciadora de toda sociedad moderna y comprometida con la justicia, tanto aquella como la nuestra se basan en la división de poderes, en la no intromisión. Darín interpreta aquí a un profesor de Penal que se encarga de impartir un postgrado de dos meses sobre el proceso penal. Pero después de una introducción en la que el director quiere dejar claro que se ha leído "Derecho para nerds" el profesor se inmiscuye en plena escena del crimen-frente a su aula casualmente-y como si de un súper comisario en país tercermundista se tratase se empapa de todos los detalles del asesinato, que decide desde entonces resolver, convencido de que el asesino es uno de sus alumnos por una conversación sobre mariposas aplastadas, ejem. Esos detalles que tantísimo se encargan en destacar caen de golpe por su propio peso, restando toda veracidad posible.
No quería hablar de El secreto de sus ojos, pero nos la venden como "de los productores de..."... En aquella, infinitamente mejor y superior en todo aspecto, junto a la trama de misterio estupenda se vislumbraba un aire fidedigno que retrataba el sistema judicial argentino.
Tesis sobre un homicidio es una sucesión de paradojas, metáforas y circunloquios de guión con aires de grandilocuencia bien interpretada pero mucho más aburrida de lo que debiera.
Lo mejor: Darín, como acostumbra. Calu Rivero, preciosa.
Lo peor: Ammann y ese acento porteño extraño. Y que te hueles la tostadita antes de untar la mantequilla.
Formalmente muy hollywoodiense, sobria y correcta, pero el fondo es otra cosa...
Encantará a fanáticos de cualquier peli argentina, fans de dramas de intriga judicial y en general a la inmensa mayoría a la que va dirigida.
Pero las comparaciones, como casi siempre, son de lo más odioso.