Una serie sobre la cual uno no termina de saber de que es: ¿de abogados? ¿detectives privados? ni idea. Con una protagonista que hace de mujer de hierro hasta lo risible o lo indignante. Para ella nada resulta imposible de lograr. Esta avezada abogada puede conseguir las pruebas que quiera, saltándose todos los controles que uno espera de un estado como U.S.A y todo en un tiempo en el cual yo no alcanzaría ni a prepararme el almuerzo. Mientras a su paso va dejando en ridículo a fiscales y policías y estos lo aceptan con una resignación clerical. Si en mi país hubiera una abogada que hiciera todo eso, hace rato que estaría, o presa, o en el fondo de un barranco, donde fiscales, presidentes, detectives y delincuentes se hubiesen peleado por arrojarla. Pero a ella no le pasa nada.

Un guión incoherente, que primero nos vende a la mujer de hierro, que supuestamente una vez que toma a su presa no la suelta, sin embargo, nos encontramos después de unos capítulos con una abogada que cambia de cliente, porque descubre que el primero que la contrato tiene mala conciencia o le ha mentido, inentendible.