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Voto de Lestrange:
9
8,2
70.846
Intriga
Debido a un malentendido, a Roger O. Thornhill, un ejecutivo del mundo de la publicidad, unos espías lo confunden con un agente del gobierno llamado George Kaplan. Secuestrado por tres individuos y llevado a una mansión en la que es interrogado, consigue huir antes de que lo maten. Pero cuando al día siguiente regresa a la casa acompañado de la policía, le espera una sorpresa. (FILMAFFINITY)
15 de agosto de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la muerte en los talones, como muchas otras de Hitchcock, desprende, para mí, una perfección simple. Es algo que me gusta del director. En cada film hay una clave, ese “¡Ah, sí, era eso¡ ¿Cómo no me había enterado?”, que hace que todo se de por solucionado. Es perfecto. Es sencillo. Es cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Analizo algunos puntos.
Cary Grant, por ejemplo. Alguien dijo que los papeles a medida no existían (¿lo dijo alguien?). Bueno, pues existen. El rol de Thornill es totalmente entendido y hecho real por el actor. Sus bromas y su posado despreocupada, simpático y a veces un poco ingenuo le van de maravilla al encarnar al personaje. Y sí, el hecho de que no sea el guaperas pero sí el guapo maduro hace mucho.
¿Y la banda sonora? No todas las películas pueden permitirse el silencio como las de Hitchcock. Siendo éste un gran film, el director consigue conservar plenamente la emoción sin necesitar la música en muchas escenas…Pero no lo conseguiría en todas sin su compositor. En el descenso por las caras esculpidas de los presidentes, por ejemplo. Sería inconcebible ahí una imagen sin la música, haciéndose larguísimo y pesado, sin ninguna gracia. Pero Bernard Herrmann, nuestro compositor, (que debería llevarse la mitad del mérito de la película) nos hace pasar la escena ¡hasta casi siendo emocionante!
Por cierto, la música consigue muchas cosas en una película y nos alimenta la emoción, pero lo que sí que no puede hacer es un milagro. Me refiero al “apasionado” beso en el tren. Lo diré sin adornos: ¡Eso no es un beso ni nada! Quien fuera el coreógrafo o lo que sea que se ocupara del beso no se merecía cobrar. Supongo que debe de ser fruto de la época , y que toda obra de arte tendrá su imperfección.
Cary Grant, por ejemplo. Alguien dijo que los papeles a medida no existían (¿lo dijo alguien?). Bueno, pues existen. El rol de Thornill es totalmente entendido y hecho real por el actor. Sus bromas y su posado despreocupada, simpático y a veces un poco ingenuo le van de maravilla al encarnar al personaje. Y sí, el hecho de que no sea el guaperas pero sí el guapo maduro hace mucho.
¿Y la banda sonora? No todas las películas pueden permitirse el silencio como las de Hitchcock. Siendo éste un gran film, el director consigue conservar plenamente la emoción sin necesitar la música en muchas escenas…Pero no lo conseguiría en todas sin su compositor. En el descenso por las caras esculpidas de los presidentes, por ejemplo. Sería inconcebible ahí una imagen sin la música, haciéndose larguísimo y pesado, sin ninguna gracia. Pero Bernard Herrmann, nuestro compositor, (que debería llevarse la mitad del mérito de la película) nos hace pasar la escena ¡hasta casi siendo emocionante!
Por cierto, la música consigue muchas cosas en una película y nos alimenta la emoción, pero lo que sí que no puede hacer es un milagro. Me refiero al “apasionado” beso en el tren. Lo diré sin adornos: ¡Eso no es un beso ni nada! Quien fuera el coreógrafo o lo que sea que se ocupara del beso no se merecía cobrar. Supongo que debe de ser fruto de la época , y que toda obra de arte tendrá su imperfección.