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Voto de Revista Contraste:
4
Comedia Otoño de 1989: mientras el muro está a punto de caer en Berlín, la policía secreta vigila a cientos de miles de personas en Suiza. Viktor, un policía de buen comportamiento, se infiltra en un grupo de teatro de Zúrich para recabar información sobre la gente de izquierdas del teatro y posibles elementos subversivos que al parecer están colaborando con Moscú.
10 de septiembre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algo falla, y es una pena, en esta producción suiza sobre un policía secreta metido a figurante de una compañía de teatro subversivo.

A pesar del intertítulo inicial con la localización espacio-temporal, es difícil, por lo menos para el espectador no-suizo, ubicarse en el relato y configurar los parámetros mentales necesarios para calibrar las circunstancias políticas y sociales que inciden gravemente en las desventuras de Viktor.

Poco sabemos, a mi pesar, de la historia reciente de ese país; y los sucesos y manejos del espionaje, la corrupción política y policial y la persecución a los propios ciudadanos que aparecen en la película los tenemos asociados (por la herencia del cinéfilo) a los momentos centrales de la Guerra Fría, tras el Telón de Acero. Ello hace que sea difícil (insisto, por ignorancia) asociarlos a la vida en Suiza durante la caída del Muro de Berlín.

A este desconcierto se suman otros elementos confusos que contribuyen a entorpecer la comprensión del contexto: nombres de políticos reales, referéndums cruciales (para los suizos) o actuaciones enigmáticas de algún personaje que se quedan sin respuesta, como todo lo que rodea al director de la obra.

No obstante, como somos buen público y nos gusta mucho el cine, nos centramos, como siempre, en la parte humana del relato. Y en ese aspecto lo difícil es sustraerse a la genialidad del protagonista.

El joven policía secreta, acostumbrado a obedecer, de racionamiento plano pero dedicación extrema, se ve golpeado por la desinhibición, anarquía y pasión que se encuentra en la compañía de teatro en la que tiene que infiltrarse. Sus balbuceos y torpezas no le impiden entregarse valientemente a su misión ni negar la evidencia de su enamoramiento de la actriz principal. La impecable interpretación de Philippe Graber consigue que nos metamos en los bolsillos de Viktor, nos olvidemos de lo político y nos desesperemos ante la posibilidad de que pierda al amor de su vida.

Por eso termino como empiezo: es una pena que una comedia romántica sencilla y con un punto de originalidad, se pierda entre tanto galimatías político; pues si tenía una intención denunciatoria, ha sido ineficaz y además perjudicial para el conjunto del film.

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Revista Contraste
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