"Emma y el jaguar negro" es una dulce y entretenida propuesta familiar. Es cierto que el guion posee ciertos huecos argumentales y los diálogos e imágenes remarcan en exceso la intencionalidad. Sin embargo, la historia está llena de aventuras, situaciones cómicas para hacer reír a los más pequeños y elecciones musicales pegadizas. Eso permite amenizar la experiencia.

Entre preciosas localizaciones selváticas, la protagonista que da nombre a la película destaca por encima de todo. Su amor por la flora y la fauna, así como su resiliencia y el firme compromiso con sus ideales, la convierten en un modelo positivo para todos. Emma introduce temas para que el espectador, sin importar su edad, reflexione sobre asuntos ecológicos de preocupante actualidad –la deforestación, la contaminación de espacios naturales o el tráfico de animales– e, incluso, abra un espacio de diálogos intergeneracionales entre padres e hijos, para encontrar mutuos entendimientos.

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