Lo primero, o lo único, que sorprende de Mavka: guardiana del bosque es su país de origen. Representa, como digo, una grata sorpresa que de Ucrania nos llegue este simpático relato de fantasía, reflejo de lo que se puede hacer aun en tiempo de guerra… y de lo que se podría hacer si tuvieran paz.

Dicho esto, la película que ahora se estrena es una historia que entronca con la tradición de cuentos de hadas repletos de seres fantásticos, de buenos y malos, de carreras, vuelos y peleas, y con un mensaje nítido acerca del poder del amor de cambiar las cosas para bien.

La animación es muy colorista y vivaz y no tiene nada que envidiar a las producciones de Disney o Dreamworks a las que estamos acostumbrados. Sin embargo, los diseños de los personajes y su vestuario sí evocan otros lugares y dan a este film un aire distinto, más novedoso y atractivo. Todo el equipo de realizadores lleva a cabo un trabajo impecable, sin innovaciones, pero con solvencia. Se apoya en recursos conocidos, como el pasar a 2D para los flashbacks, y la música es demasiado intensa desde el principio, por lo que llega a cansar y apabullar en algún momento. No obstante, como decía, la realización técnica cumple con creces.

Dada la época en la que estamos, puede parecer que las constantes menciones a los espíritus del bosque estén sobredimensionando el mensaje de respeto al medioambiente con cierto culto a deidades de la naturaleza. A pesar de ello, visto fríamente (y desde el punto de vista del público infantil) esta narración se integra en la fantasía tradicional de toda la vida añadiendo, que nunca está de más, una mirada amable y cuidadosa al entorno natural en el que vivimos.

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