Han dejado ya de sorprendernos los largometrajes del tándem búlgaro Kristina Grozeva / Petar Valchanov. Después de La lección y de Un minuto de gloria, vuelven a traer a las pantallas de todo el mundo un pedazo de vida de la desconocida Bulgaria. Como sus antecesoras, The father es un relato cargado de fuerza y profundidad, combinadas con la sencillez y cotidianeidad de la aventura que nos narra.

Grozeva y Valchanov nos sumergen sin preámbulos en las horas de duelo siguientes al fallecimiento de la madre de Pavel y esposa de Vasil. Los sonidos del funeral anteceden a las imágenes de manera que el espectador aparece, de repente, entre los asistentes al sepelio. A partir de ahí, la trama nos lleva de acá para allá siguiendo, con el mismo desconcierto y esporádica irritación que el protagonista, los desvaríos del atribulado viudo.

Sin prisa pero sin pausa, los realizadores de The father desgranan el pasado y el presente de la relación entre el padre y el hijo en torno, sobre todo, a la desaparición de la mujer que les servía de nexo de unión. No le hacen falta al guion grandes exposiciones ni elocuentes discursos: la búsqueda de un bote de mermelada de higos, los zapatos olvidados o las dificultades para comprender un teléfono móvil se encargan de vehicular los entresijos de la relación entre Pavel y Vasil.

Es, por tanto, una historia mínima que se expande en tiempo y espacio por medio del fantasma de la difunta y de las conversaciones telefónicas de Pavel. Sonidos e imágenes: lenguaje cinematográfico de calidad en definitiva. Y además el humor, el realismo sincero y una sutil y fina ironía. Grozeva y Valchanov lo han vuelto a hacer.

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