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Voto de Revista Contraste:
5
Thriller. Drama Montevideo, 1972. Mientras el país se despeña irremisiblemente hacia el precipicio de la dictadura, Diego y Leonardo, dos guionistas de un conocido programa de televisión, luchan por mantener su integridad ante las presiones de sus superiores para que rebajen el tono de sus mordaces sátiras políticas y eviten ofender a los altos militares que se están apoderando del control del país. Paralelamente, del lado de los opresores, Rojas, un ... [+]
4 de junio de 2021
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
No son pocas las dictaduras que se han llevado a la gran pantalla, incluso repetidas veces algunas de ellas. Quizá la de Uruguay (1973-1985) no haya sido tan explotada como otras, pero lo que diferencia a El año de la furia no es la localización, sino la narración de los hechos desde la perspectiva de gente corriente, no de las víctimas ni de los militares, como suele ser habitual.

Y es que, como bien evidencia Rafa Russo en su película, una dictadura salpica a todos y a todo. El director entrelaza las vidas de varias personas que, inicialmente, tienen trayectos paralelos y que acaban confluyendo, afectados por la misma presión del poder. Dos guionistas, un teniente, la dueña de una pensión y su hija son diferentes personajes bien construidos que reflejan la necesidad de buscar una salida digna al sofoco que aflige el ejército.

El espectador puede cuestionar diversas decisiones de los protagonistas, la crueldad a la que llegan o las concesiones que están dispuestos a hacer para lograr otros fines. Sin embargo, el transcurso del film también le lleva a reflexionar sobre cómo actuaría él mismo cuando le han disparado con la bala del miedo, y el pavor es tan grande como para impedirle luchar por los derechos de los hombres.

Russo ha incluido carecteres muy variopintos, entre los que destaca un teniente sanguinario que tortura a los llamados rebeldes (en contra de sus principios) e intenta huir de su culpa con una prostituta –un bucle que se plasma en una escena inicial de tormentos y sexo un poco agotadora–. Mientras en su trabajo llega a extremos inhumanos, por otro lado se enamora de su víctima y ella hace aflorar su bondad.

No obstante, el intento de abarcar tantas historias, tantas tramas y tantas motivaciones individuales no se resuelve con excesivo acierto y la cinta, por momentos, acaba pareciéndose a una telenovela; y no solo porque habla del amor y la amistad –pues ejemplifica cómo la dictadura influye también en las relaciones– sino porque incluye algunos tópicos propios de ese género.

Es un largometraje duro, ante el que es fácil sentir impotencia, pero que presenta de modo didáctico lo sucedido en Montevideo en la década de los 70. El vestuario, el montaje y la fotografía son impecables y, aunque podría haber contado menos y mejor, abre el debate sobre qué supone ir quitando pequeñas libertades poco a poco y dónde puede desembocar eso.

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Revista Contraste
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