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Voto de Revista Contraste:
2
Drama La vida de Luc Germon, un famoso abogado de gran reputación, se ve trastocada cuando acepta a un nuevo cliente, Gilles Fontaine, uno de los empresarios más poderosos de Francia. A este le acusan de comprar una propiedad en circunstancias sospechosas, y deberá confiar en las habilidades de Germon para librarle del caso, pero poco a poco, los aliados empezarán a convertirse en enemigos.
24 de enero de 2022
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El caso Villa Caprice es un film sobre el poder; eso parece y eso dicen sus realizadores. Puede ir también sobre la ambición, la avaricia, la corrupción, el lujo, las ansias de libertad o la dependencia en la vejez. Es decir, que después de los 100 minutos de visionado uno no llega a atisbar cuál era tema principal de la película, ni si tenía algún lugar al que quería llegar.

El guion de Pascale Robert-Diard y Bernard Stora se basa, en su primera mitad, en la descripción matizada y prometedora de espacios y escenarios que albergan y figuran los dramas que tendrán lugar: la propia Villa de la que toma el título, las frías salas de los juzgados, el avión de Fontaine o la decimonónica y enrevesada casa de Germont, el abogado protagonista.

Los primeros compases se dedican también a presentar a los personajes, de un modo muy simplista el del millonario y su entorno y mucho más rico el de Germont. Cuando asistimos a ello, sin embargo, todo parece un sugerente y pretencioso tráiler, una manera de enganchar al espectador a una trama que nunca termina de arrancar y que se desarma a sí misma con continuas contradicciones, crípticas investigaciones y una supuesta pelea de gallos que no pasa de coloquio de ascensor.

Aunque Bernard Stora tuvo sus inicios en el rodaje de largometrajes, los cerca de veinte años que lleva en el mundo de las series de televisión han podido mermar su capacidad para comprender el ritmo y la tensión que requiere una historia que se cuenta en menos de dos horas y que necesita dominar los tiempos y tener algo finito que contar.

El retrato inicial que hace de Germont, apoyado en la veteranía y profesionalidad de su intérprete Niels Arestrup, revela las buenas intenciones de Stora. Por eso, el maltrato al que somete a ese personaje, haciéndole comportarse de un modo incoherente con el perfil realizado de su personalidad y sin describir ningún motivo para su cambio de rumbo (ni su pérdida de coeficiente intelectual), tumba cualquier interés y valoración benevolente hacia este film.

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Revista Contraste
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