Denis Imbert dirige y coescribe, con Diastème, "Mi camino interior", una historia que adapta el relato autobiográfico de Sylvain Tesson. La película tiene un esquema simple, lineal, siguiendo los pasos del protagonista y aprovechando las paradas para contarnos, por medio de flashbacks, lo acontecido en el pasado. Su caminar, decidido a la par que vacilante, se transforma en una metáfora de las dificultades de la vida, llena de obstáculos, giros inesperados y pérdidas complicadas de encajar; un recorrido por esos “caminos oscuros”, como les llaman en el título original.

La parsimonia con la que trascurre el guion tiene algo de hipnótico, por la belleza de los paisajes, a veces agrestes e incómodos. Al espectador le cuesta desengancharse del film, reacio a dejar de admirar los parajes e intentando penetrar en la mente de Pierre y adivinar sus constantes, y quizá profundos, pensamientos. El trabajo de interpretación de Jean Dujardin es excelente y una pieza imprescindible para que este trabajo funcione.

"Mi camino interior" pretende también, y es el punto más débil del proyecto, esparcir reflexiones filosóficas y máximas sobre el sentido de la vida que resultan superfluas o directamente crípticas. Lo lírico de sus enunciados se pierde con los subtítulos o el doblaje por lo que solo es accesible o apreciable para los que dominen la lengua francesa. Pero, como decía al principio, en conjunto, es una propuesta atractiva, positiva y para descansar.

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