"El aura" es una película de atmósferas y personajes antes que de género, aunque es evidente el manejo de los códigos cinematográficos y el brillante oficio para combinar todas las piezas. La original historia tiene como protagonista a un epiléptico, introvertido y parco, con el oficio nada frecuente de embalsamar animales. El espectador entra en su mundo estrecho y especial, participando siempre desde la única perspectiva de este huraño personaje, al que nunca se lo menciona por su nombre.
Ricardo Darín -en lo que todos coinciden es el mejor papel en su carrera actoral- encarna a un taxidermista que vive aislado en su taller, rodeado de fósiles a los que otorga una perfecta apariencia de vida. De su entorno familiar, sólo percibimos la sombra de una silueta de mujer que, detrás de una puerta vidriada, le pregunta reiteradamente "¿Me escuchás...?", sin obtener respuesta.
Sin embargo, por debajo de esa máscara ensimismada, late una mente brillantemente especulativa con una obsesión: la de un delito perfecto, sin violencia, donde la clave esté en la inteligencia y la velocidad para concretarlo.

La inesperada invitación de un amigo a cazar ciervos durante un fin de semana largo en Bariloche quiebra su rutina y lo envuelve en una azarosa situación que lo pone en el camino de concretar sus fantasías. Y ahí comenzará el trayecto que lo impulsará a ir de la imaginación a la acción concreta, aunque surgirán una serie de hechos sobre los que no podrá tener control.
Desde la claustrofobia urbana del interior de un cajero automático en Buenos Aires, hasta el límpido espacio natural de los bosques sureños argentinos, el clima de la película es inquietante y enrarecido. Todo es ambiguo, doble, hasta el título que participa de varias
acepciones de la palabra "aura".

Una violencia no coreografiada, externalizada pero también -y fundamentalmente- interna y
solapada,recorre al argumento y sus personajes. Es un filme sobre la condición humana,
cuando la incapacidad de comunicación encierra a las personas en una burbuja de resentida
soledad.
En cada detalle, se evidencia que el film es el fruto de un lento trabajo que ha decantado
hasta la perfección. También como en "Nueve reinas" -ópera prima de Bielinsky-, nada es en
esta película lo que se creía inicialmente, así como -casi al pasar- alguien advierte que
un amistoso perro guardián sale a cazar ovejas por la noche y vuelve furtivamente a la
mañana con el hocico cubierto de sangre.