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Argentina Argentina · santa fe
Voto de rouse cairos:
7
Drama Einer Gilkyson, un hombre amargado desde la muerte de su hijo en un accidente de coche, y Mitch Bradley, su socio y amigo, viven desde hace cuarenta años en un rancho en el noroeste de Wyoming. Un día Einer recibe la visita de su nuera Jean Gilkyson y de su nieta Griff, que llegan huyendo de los malos tratos del novio de Jean. (FILMAFFINITY)
26 de junio de 2009
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se ambienta en una remota granja de las montañas rocosas, donde viven Einar
(Redford) y su mejor amigo Mitch (Morgan Freeman), quienes han trabajado juntos durante
cuarenta años, aunque ya no crían vacas, porque la crisis económica los ha obligado a
venderlas. Einar y Mitch son dos sobrevivientes de las historias de solitarios hombres
rudos, herederos del western tradicional, con sus paisajes ríspidos que se parecen al
carácter que recubre la emocionalidad de los personajes.
La visita inesperada de una ex nuera de Einar (Jennifer López) y de una ignorada nieta de
once años, será el detonante para que todos los protagonistas revean sentimientos, antiguos rencores y culpas, hasta encontrar una forma de avanzar hacia el perdón, de sí mismo y del otro. Una idea que subyace en el título original de la película "An unfinished life".

El film habla sobre destinos interrumpidos antes de tiempo, voluntaria o involuntariamente
y de cómo seguir adelante a pesar de situaciones inmodificables. A esto contribuye la
pequeña Griff, que se vuelve el factor de cohesión del heterogéneo grupo. Con la frescura
de la infancia se adapta gustosamente a la vida campestre y pregunta si hay mujeres vaqueras. De a poco, las unas y los otros, el rústico mundo masculino y el complementario femenino, encontrarán la forma de convivir y darle una vuelta de tuerca al pasado.
Todos los protagonistas adultos tienen su existencia marcada por un minuto fatal, del que
no pueden retroceder; y un dolor provocado por pérdidas profundas. Es interesante verlos
avanzar más allá de la soledad en el reconocimiento de la natural necesidad de afecto, tal
como remarca el espontáneo personaje de la niña, cuando afirma que "todos necesitamos
amor". Ese momento coincide con la única pausa humorística del filme, cuando ella pregunta
desprejuiciadamente sobre la naturaleza del vínculo afectivo que une a los viejos amigos, algo tal vez necesario de aclarar, por las dudas, en épocas de vaqueros gays.
La película está armada en secuencias separadas por marcados fundidos que conectan las
distintas etapas de un relato sobrio y despojado, realzado por una exacta fotografía que
destaca las mejores posibilidades de la luz. El ritmo por su parte discurre sin apresuramientos, pero se acelera cuando las acciones se precipitan y así lo requiere el argumento.
Los filmes de Hallstrom siempre apuestan por la condición humana; a la posibilidad de redención de personajes que pueden reconstruirse a pesar de sus errores. Suavemente, como
en sus otros films, Hallstrom narra su historia, que en tiempos de tanta superficialidad resulta sencillamente profunda.
rouse cairos
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