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Argentina Argentina · santa fe
Voto de rouse cairos:
7
Drama Una mujer, en una distracción mientras conduce, atropella algo. Al cabo de unos días le cuenta a su marido que ha matado a alguien en la carretera. Recorren la ruta pero sólo hay un perro muerto, y amigos allegados a la policía confirman que no hay información de un accidente. Todo vuelve a la calma y el mal momento parece superado, hasta que la noticia de un macabro hallazgo preocupa nuevamente a todos. (FILMAFFINITY)
5 de octubre de 2008
41 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el cine de Lucrecia Martel el acento no está en lo visible sino en el sutil malestar que circula debajo de las apariencias y se refleja en la forma de narración cinematográfica. Lejos del cine de género, la directora corre el riesgo del artista atento a su propia búsqueda más que a construir una historia tersa para el espectador, al que le exige mucho y le ofrece poco.

Distante y hermética, esta singular cineasta no apela a la emoción ni revela demasiados datos pero sí construye un cine cargado de indicios, con los que busca detectar climas sociales y estados de ánimo, para transmitirlos en forma de sensaciones que se parecen a un poema no convencional.
La mujer sin cabeza propone acercarse a la interioridad de un personaje femenino en el momento en que un hecho accidental (un quiebre disparador) altera el delicado, confortable y convencional equilibrio de su mundo. Quienes rodean a la protagonista (muy evidentes en las escenas corales del principio y el cierre del film), obrarán como una red que no facilitará ningún descubrimiento para devolverla a su equilibrio, sino que el des-centramiento del personaje continuará profundizándose y registrándose formalmente en la apelación a planos recortados, la alternancia del fuera de foco o conversaciones entremezcladas y frecuentemente discoordinadas entre audio e imagen.
Algunos han visto en el relato de "La mujer sin cabeza" elementos vinculados al cine de horror, ya que hay un sutil extrañamiento de la realidad cotidiana y la referencia permanente de algo temido que no es mostrado pero que permanece siempre asechante. Considerando estos aspectos, la etiqueta que más ajustadamente podría acercarse al film es la de "fantastico", si coincidimos en que éste transita por una delgadisima linea entre lo imaginario y lo posible. Pero el cine de Martel está lejos de rótulos y solo se puede afirmar que transita sobre un ambiguo territorio de carga simbòlica y metáfora social.
Un aire de irrealidad envuelve lo cotidiano pero siempre deja abierta la lectura social de una clase dominante que convive con sirvientes y marginales que piden trabajo o comida, donde destaca la escena del joven que ayuda a descargar y transportar las plantas en macetas y le retribuyen con unas remeras usadas que ni siquiera son de su talle.
Como siempre, Martel demuestra su eficacia para resaltar detalles significativos y se manifiesta certera en la dirección de actores.
Con "La Mujer sin cabeza" estamos ante un ejemplo de sensibilidad artística que desborda el lenguaje y donde el significante remite a la presencia de lo ausente: la culpa de lo que se pasa por encima, de lo que no se quiere ver y sigue allí transformado en fantasma.
Considerando sus dos largometrajes anteriores "La ciénaga" y "La niña santa", esta tercera película es su obra artisticamente más extrema y riesgosa, por la difícil conexión con los espectadores.
rouse cairos
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