Como en Belleza Americana o en la televisiva serie Amas de casa desesperadas, la película es un retrato colectivo que intenta describir con ojo crítico el malestar interior de un representativo sector de la burguesía estadounidense, el mismo que tantas veces registró magistralmente una narradora de "mares de fondo" como Patricia Highsmith.
Las "pequeñas criaturas" del título original, abarcan tanto a los que literalmente andan de la mano de los adultos, como a los que llegan al rol de padres lejos de haber madurado; niños ellos mismos que no han concretado sus sueños juveniles y que en algunos casos han derivado en conductas patológicas.

Basada en la novela de Tom Perrota (Little children), la película tiene más de un contacto con la literatura, como partir de una texto novelado, contar con el sostén de una omnisciente voz en off, que se encarga de subrayar y reiterar lo que ya ha sido expresado por la acción, así como las constantes referencias a Madame Bovary, asociadas al perfil feminista de la protagonista, interpretada por Kate Winslet.

En el centro de la trama están Sarah y Brad, dos personajes desencantados con su vida matrimonial, que inician una relación amorosa clandestina, bajo la apariencia de cuidar a sus hijos que tienen la misma edad. Ambos se conocen en la plaza del pueblo, donde todas las madres del barrio admiran la atlética figura masculina. Desde ese núcleo el film se extiende a la observación de los restantes personajes, de los vínculos entre ellos y de la trama de miedos, prejuicios, irresponsabilidades e hipocresías que condiciona sus comportamientos.
Aunque el film no busca incomodar demasiado y prefiere eludir la clave de tragedia, no se mueve en aguas superficiales.

Los personajes centrales se desvían de la norma que indica el camino esperado, sin embargo, esto no da pie para que explote una caldera del diablo en clave trágica, sino en términos de comedia satírica. Temas duros como adulterio y paidofilia, entre otros, se introducen con formato de fábula moral pero sin juzgar a sus personajes, sino describiéndolos con empatía y hasta humor, insuflando una pátina de espontánea inocencia.