Un científico loco mata a las novias que están a punto de casarse, con unas orquídeas envenenadas. Después roba los cuerpos y les extrae la sangre que luego inyecta a su mujer, para que mantenga la eterna juventud.

Sórdida trama para una película poco conocida dentro de la filmografía del gran Bega Lugosi, actor húngaro encumbrado a la fama gracias a su papel como Drácula. La historia sigue la estela de anteriores producciones del género, tomando referencias claras de El acecho del fantasma obra de 1939, protagonizada por el propio Bega Lugosi. Los personajes bien trazados son un punto fuerte en el film, toda la serie de monstruos clásico se encuentran en la cinta, desde el ayudante del malvado doctor hasta el enano característico de la Parada de los monstruos.

La trama aborda aspectos cotidianos de la sociedad del momento, el machismo es una tónica habitual que plasma muy bien el director, pero que se ve justamente contrarestada por la presencia de Luana Walters, la cual se erige coma la heroína de la cinta, aunque acaba sucumbiendo al final de la misma, es entonces cuando hace aparición Tristam Coffin el tópico galán que será quién la salva en cierto modo, ligeramente trivial en este caso. El ladrón de cuerpos toma influencia clara del expresionismo alemán, la oscura fotografía y los primeros planos sobre Lugosi que recuerdan vagamente a los realizados por Friedrich Wilhelm en Nosferatu. La música de marcado estilo clásico, aporta partituras bien entrelazadas con las secuencias clave de la historia.El protagonista absoluto es sin duda Bega Lugosi, al que se le aprecia ciertos rasgos del cine mudo en su interpretación, es decir, demasiada gesticulación.

Buen largometraje, aconsejable para todos aquellos que quieran observar las marcadas características del cine de terror clásico de los 30 y principios de los 40.