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Voto de Fej Delvahe:
8
7,0
6.158
Intriga
La doctora Margaret Ford, una eminente psiquiatra con una vida personal poco excitante, tiene un joven paciente que se ha metido en un buen lío: debe 25.000 dólares a unos individuos que están dispuestos a eliminarlo si no salda la deuda. Esa misma noche la doctora acude a un local llamado la "Casa de juegos" con la intención de pagar la deuda de su paciente y conoce a Mick, un elegante timador profesional por el que se sentirá atraída. (FILMAFFINITY) [+]
29 de enero de 2011
31 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Margaret Ford (Lindsay Crouse) es una psiquiatra con cierta fama, pues ha escrito un libro que ha resultado un best-seller. Sin embargo, no está muy satisfecha con su vida personal, no se la ve feliz, siente que le falta aventura. En este mundo o en la existencia particular de cada uno “muchas cosas que deberían ser un placer, no lo son”.
Esta mujer profesional de la “clase lineal, acomodada y exitosa”, ha cuadriculado su vida con orden y mucho trabajo y se rodea de títulos, fama y legalidad. Ahora bien, como suele ocurrirle a muchos seres humanos, se siente atraída por los estereotipos prohibidos o individuos muy opuestos a ella misma; por ejemplo, por un tipo guapo, seductor y antisocial, por un timador con mucha labia y carisma, por un tipo perteneciente a una clase más vulgar, delincuencial y por debajo de la suya propia. Ella, ciertamente anda falta de amor, de aventura y de salpimentar su vida con algo de desorden reconfortante, pero por más que sea una mujer de más de treinta años, con aspecto frío, serio y poco sensual, también es una persona muy inteligente, con los ovarios muy bien puestos. Es decir, la psiquiatra Margaret Ford no es una mujer débil de las que se dejan engañar fácilmente, pero aún así como cualquier ser humano, si halla a alguien por quien siente atracción, enamoramiento, o se obnubila ante su sensualidad, lógicamente se cegará y caerá presa de él por más que el mundo entero vea a todas luces que la está engañando. Ahora bien, ella también es una persona con resiliencia, capaz de sobreponerse a la adversidad, de no amilanarse, de reaccionar buscando y enfrentándose al que haya osado abusar de ella, que sabe exigir sus derechos, que reclama, que se atreve a mostrarse valiente y firme e incluso a ir mucho más allá.
Margaret, a simple vista puede dar la impresión de ser fácil presa para “chorizos” de distintos grados delincuenciales. De hecho, así le ocurrirá con algunos de ellos. Primero con un tal Billy Hahn (Steven Goldstein), que intenta timarle la cantidad de 25.000 $. Luego con el protagonista masculino de la narración, un tal Mike (Joe Mantegna), un estafador de garitos y calles, con gran habilidad y carisma, que emplea primordialmente la estratagema de ofrecer su confianza cual red en la cual hacer caer a sus víctimas y robarlas.
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Esta mujer profesional de la “clase lineal, acomodada y exitosa”, ha cuadriculado su vida con orden y mucho trabajo y se rodea de títulos, fama y legalidad. Ahora bien, como suele ocurrirle a muchos seres humanos, se siente atraída por los estereotipos prohibidos o individuos muy opuestos a ella misma; por ejemplo, por un tipo guapo, seductor y antisocial, por un timador con mucha labia y carisma, por un tipo perteneciente a una clase más vulgar, delincuencial y por debajo de la suya propia. Ella, ciertamente anda falta de amor, de aventura y de salpimentar su vida con algo de desorden reconfortante, pero por más que sea una mujer de más de treinta años, con aspecto frío, serio y poco sensual, también es una persona muy inteligente, con los ovarios muy bien puestos. Es decir, la psiquiatra Margaret Ford no es una mujer débil de las que se dejan engañar fácilmente, pero aún así como cualquier ser humano, si halla a alguien por quien siente atracción, enamoramiento, o se obnubila ante su sensualidad, lógicamente se cegará y caerá presa de él por más que el mundo entero vea a todas luces que la está engañando. Ahora bien, ella también es una persona con resiliencia, capaz de sobreponerse a la adversidad, de no amilanarse, de reaccionar buscando y enfrentándose al que haya osado abusar de ella, que sabe exigir sus derechos, que reclama, que se atreve a mostrarse valiente y firme e incluso a ir mucho más allá.
Margaret, a simple vista puede dar la impresión de ser fácil presa para “chorizos” de distintos grados delincuenciales. De hecho, así le ocurrirá con algunos de ellos. Primero con un tal Billy Hahn (Steven Goldstein), que intenta timarle la cantidad de 25.000 $. Luego con el protagonista masculino de la narración, un tal Mike (Joe Mantegna), un estafador de garitos y calles, con gran habilidad y carisma, que emplea primordialmente la estratagema de ofrecer su confianza cual red en la cual hacer caer a sus víctimas y robarlas.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El timador Mike, que es tan psicólogo o más que la psiquiatra Margaret, nada más que la ve la cala y notando lo falta que ella está de un hombre que la seduzca, que la encante, que la llene, procederá a encantarla, a seducirla y a llenarla sexualmente. Pero hay más, Mike captará que ella es tan ladrona, tan estafadora o delincuente como él o más —por esto en un momento dado, Mike le dice: “Si te despiden de tu trabajo, llévate algo, aunque sea un lápiz, pero llévate algo que te afirme, llévate un instante, róbale algo a la vida. Precisamente esto es lo que te atrae de mí, o sea, que no me importa poner las reglas en tela de juicio, y pienso que a ti tampoco.” —. Sin embargo, Mike también yerra, como muchos delincuentes envanecidos en sus habilidades antisociales, de creerse más listo que nadie, de considerar a los ricos y gente de vida ordenada como a débiles pendejos. Este error, en relación con Margaret, le costará bien caro.
El quid de la cuestión, la tesis o el trasfondo fundamental de este filme de David Mamet, viene a decir que al fin y al cabo todos somos mentirosos y ladrones, sólo que unos van muy bien trajeados y gozan de muy “buena fama” y otros por ser gente vulgar o sin poder cargan con la “mala fama” en similares comportamientos. Entonces, el estafador Mike, siguiendo ese viejo lema de “quién roba a un ladrón tiene cien años de perdón”, engaña a la dama Margaret a sabiendas de que está engañando a alguien que en su fuero interno también es una estafadora, engañadora, timadora y ladrona aunque lo disimule muy bien con su envoltura de persona ordenada, de ley y alto status; es más, la doctora Margaret Ford es de las que “dan gato por liebre” en la escala más grave y altamente violenta o delincuencial que existe, porque primero, ella es de las que estafan, timan o engañan con su aspecto inocente, honrado o amoldado a la ley, y segundo porque ella es de las que cuando delinquen estafan, quitan o robar, no se conforma con simples enseres, dinero o propiedades sino que incluso puede ir más allá: robar la vida de un ser un humano y perdonarse a sí misma sin apenas remordimiento.
Fej Delvahe
El quid de la cuestión, la tesis o el trasfondo fundamental de este filme de David Mamet, viene a decir que al fin y al cabo todos somos mentirosos y ladrones, sólo que unos van muy bien trajeados y gozan de muy “buena fama” y otros por ser gente vulgar o sin poder cargan con la “mala fama” en similares comportamientos. Entonces, el estafador Mike, siguiendo ese viejo lema de “quién roba a un ladrón tiene cien años de perdón”, engaña a la dama Margaret a sabiendas de que está engañando a alguien que en su fuero interno también es una estafadora, engañadora, timadora y ladrona aunque lo disimule muy bien con su envoltura de persona ordenada, de ley y alto status; es más, la doctora Margaret Ford es de las que “dan gato por liebre” en la escala más grave y altamente violenta o delincuencial que existe, porque primero, ella es de las que estafan, timan o engañan con su aspecto inocente, honrado o amoldado a la ley, y segundo porque ella es de las que cuando delinquen estafan, quitan o robar, no se conforma con simples enseres, dinero o propiedades sino que incluso puede ir más allá: robar la vida de un ser un humano y perdonarse a sí misma sin apenas remordimiento.
Fej Delvahe