¡Qué hartura de películas y directores imantados por historias de asesinos y de locuras del mal ejemplo! Es como si filmar obras violentas basadas en criminales y desequilibrados sin compasión tuviese buen mercado y reconocimiento. Porque como hay tantos cocodrilos consumidores, o sea, público ávido de malos ejemplos, quizás necesitado de justificar las patéticas existencias que llevamos, estas películas tienen más posibilidad de obtener galardones que las que presenten a santos o bienaventurados. En definitiva, una realización excelente en muchos sentidos, cinematográficamente hablando, pero asqueante en la historia que narra. Es de las que vista una vez, uno no podría repetir el verla (sería auténticamente insoportable).

Fej Delvahe