Es una más que respetable y digna película sobre prisioneros de guerra. No llega a la calidad y excelencia de "El puente sobre el río Kwai" pero se le aproxima.

Sobre todo, esta película merece mención honorífica para el actor japonés Kakeshi Kitano, que luego ha ido inclinándose hacia películas de humor y de pésimo contenido. Aquí, sin duda, Kitano hizo el mejor papel cinematográfico de su vida, difícilmente hará algo mejor que esta interpretación de sargento japonés, bruto, cuadriculado, carne cuartelera de la militarismo y disciplina impositiva, prototipo del ser pieza-gozne del que se valen todas las instituciones cabronas para cabronear a la víctimas que los jefazos y tipos de educados modales (al mando de las mismas) no hacen nunca directamente para no mancharse sus delicadas manos, sargento de mente cedida a sus mandos para que ellos dispongan por él, pobre hombre utilizado simplemente como verdugo o torturador de la misma forma que podría ser también utilizado como santo, dador o contento para los demás.

Merece verse esta película nada más y nada menos que por presenciar la admirable actuación de Takeshi Kitano, única e inolvidable.

Fej Delvahe