¡Estremecedora y enternecedora! Ocho años después de este "Umberto D.", otro italiano dirigirá una película al mismo nivel de sentimientos y angustia vital enfocadas sobre un hombre viejo, "El cochecito" (Marco Ferreri, España 1960).

"Umberto D." es muy buena película porque nos planta delante de los ojos lo que es la vejez del hombre; da igual que haya sido guapo, listo, con amigos, familia o famoso, la vejez lo desplazará al mero papel de ser humano que estorba. Si encima cuando uno llega a viejo, está solo y sin casa, entonces esa etapa de la vida es torturadoramente angustiosa e infeliz.

¡Genial! la escena sobre la picarezca de los convalencientes para quedarse más días bien cuidados dentro del hospital, con ese "¡Hermana, me podría dar un rosario!". Estupendas todas las secuencias filmadas con el perrito, ya en la que el chucho pide limosna con el sombrero en la boca, ya en la que el can busca y olfatea a su amo cerca del puente, etc.

Si algo nos descubre esta película, a parte de la soledad y el desamparo que significa llegar a viejos para numerosos seres humanos, es la simbiosis y el cariño que se puede llegar a fraguar entre un ser humano en soledad y un animal, sobre todo un perro. En este sentido la película es todo un canto hermosísimo al amigo animal, al amigo perro, que tanto nos alivia el pesar de la vida.

Fej Delvahe