Esta peli es mala y muy hortera, pero nadie puede negar que tiene su encanto ochentero.

MJ Fox -el eterno niño de Hollywood-, se mete en el pellejo de un adolescente en plena crisis hormonal -pero de las gordas-. Así que nada, para echar unas risas con los amigos o para recordar viejos tiempos que -quizás- sí fueron mejores, es para lo único que sirve esta película.

El niño-lobo le da al básquet y las encesta desde cualquier posición ¡a las chorvis las trae loquitas! ¡todas suspiran por él!

Tuvo varias secuelas -a cuál peor-, la única que vale es Teen Wolf (De Pelo en Pecho) del 85, todo lo demás es carroña ochentera.

Vista hoy día no deja de ser un producto curioso pero trasnochado aunque el guion funcione a las mil maravillas.

Junto con Gremlins y Cortocircuito, una de las pelis definitivas de los 80. Para mear y no echar gota.