Recuerdo esta película con cierto agrado ya que supuso, en su momento, un enfoque nuevo sobre el fenómeno de Tarzán. Un poco ochentosa -con todo lo bueno y lo malo que esto acarrea-, pero con más virtudes que defectos.

Su metraje quizás resulte excesivo, pero la ambientación es exquisita.

La historia en sí es chocante ¿cómo hacer que un primate se integre en la sociedad victoriana?

Las rígidas costumbres y el decoro de la época contrastan con los instintos simiescos del protagonista.