En ocasiones el cine nos ofrece con inusual sutilidad películas que deberían ser mencionadas y tenidas en cuenta por encima de las grandes producciones de Hollywood. Once pertenece a ese elenco de pequeñas historias que en definitiva son las más grandes y duraderas ya que forman parte de nosotros. Es un musical indie que narra con extremada sencillez una historia de amor de forma realista y sin complejos. Un romance que se manifiesta a través de la música, sin grandes tragedias, sin besos de amor chapados a la antigua. Sutil, bello, preciso y encantador. Si a todo esto le sumamos una banda sonora memorable y añadimos a Dublín como escenario de los acontecimientos el resultado es inmejorable e inolvidable. Los dos personajes encajan a la perfección y siento una singular devoción por la belleza natural de Markéta Irglová. Y es que en definitiva, cuando suenan los primeros acordes de “Falling Slowly” cualquier amante del buen gusto cae rendido ante esta obra maestra contemporánea.