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España España · Barcelona
Voto de rober:
7
Drama Año 2012, la ciudad maliense de Tombuctú ha caído en manos de extremistas religiosos. Kidane vive tranquilamente en las dunas con su esposa Satima, su hija Toya e Issam, un niño pastor de 12 años. Pero en la ciudad los habitantes padecen el régimen de terror impuesto por los yihadistas: prohibido escuchar música, reír, fumar e incluso jugar al fútbol. Las mujeres se han convertido en sombras que intentan resistir con dignidad. Cada día, ... [+]
9 de mayo de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Timbuktu” no es una película fácil. La narración y el montaje parecen bastante inconexos y, sobre todo, hay aspectos de la trama que merecerían una mayor atención. Además, he visto el film en una versión doblada que no me ha sonado nada convincente. No obstante, ésta es seguramente una de las películas más honestas, arriesgadas y necesarias de este año. Hay que descubrirse ante la valentía de Sissako, que pretende abrir los ojos al mundo ante la verdadera relevancia del fundamentalismo. Más allá de lo que nos sobrecogen los asesinatos y secuestros a occidentales, y los brutales atentados que se cometen en nuestros países, conviene darse cuenta también de que las primeras víctimas son miembros de su propia comunidad, y habitantes de territorios de dominación musulmana. Una evidencia de que islam y yihadismo son términos antagónicos. Sissako ofrece escenas de gran brutalidad y crudeza, utilizando sin embargo un estilo pausado y tranquilo, casi documental. La película no escatima lirismo, y transmite magia y plasticidad a través de unos paisajes rotundos y exóticos. Eso sí, la luminosidad del entorno rural en que vive la pareja protagonista contrasta con el ambiente polvoriento de una ciudad arrasada por el calor y la intolerancia. “Timbuktu” es un impactante retrato de un régimen más represor y cruel que cualquier forma de fascismo de los conocidos por aquí (algunos de ellos, por cierto, eran también profundamente religiosos...). Va bien que de vez en cuando alguien nos haga darnos cuenta de que en el mundo hay injusticias flagrantes, de cuya dimensión aún no tenemos verdadera conciencia. Viva la democracia.
rober
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