Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de rober:
7
Comedia. Aventuras Gustave H. (Ralph Fiennes), un legendario conserje de un famoso hotel europeo de entreguerras, entabla amistad con Zero Moustafa (Tony Revolori), un joven empleado al que convierte en su protegido. La historia trata sobre el robo y la recuperación de una pintura renacentista de valor incalculable y sobre la batalla que enfrenta a los miembros de una familia por una inmensa fortuna. Como telón de fondo, los levantamientos que ... [+]
14 de abril de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El gran hotel Budapest" es en mi opinión un gozoso divertimento. Nada más, y nada menos.

Nada más, porque le falta la mala leche de "Moonrise Kingdom" y de otras películas que se nos pueden venir a la cabeza. El argumento no tiene nada de especial. En realidad, el espectador puede verse más impactado por la alambicada estructura concéntrica de la trama (un personaje cuenta una historia que consiste en que otro personaje le contó una historia...), que por la montaña rusa que supone la narración. La propuesta de Anderson consiste sólo en que nos dejemos llevar por la fascinación de un relato siempre ágil. Da la impresión que el fondo termina cediendo ante la forma. Y por eso creo que es contraproducente el excesivo reparto, que en realidad encierra una cadencia interminable de ilustres cameos, con algunos personajes más bien prescindibles.

Nada menos, porque la película es una delicia visual y narrativa. "El gran hotel Budapest" proporciona el gran placer de la contemplación y el retorno a un modo casi infantil de seguir una historia. Anderson tiene ganas de deslumbrar, tira la casa por la ventana y crea un universo propio, reconocible y sofisticado. Cada color, cada mirada de un personaje, cada encuadre, cada movimiento de cámara, cada sonido... Todo parece dirigido a una búsqueda de perfección artística. No hay nada improvisado, a pesar de lo endiablado de la narración. Para contarnos una comedia loca, que parece extraída de un TBO de los 60, en la que muchas de las cosas parecen ocurridas por casualidad y escapan de la lógica, Anderson propone un planteamiento formal primoroso y muy barroco, casi rococó. Cada fotograma es una obra de arte, pero que funciona dentro del todo con una precisión milimétrica. La historia es disparatada, pero la película no es nada anárquica. Todo lo contrario. Y, finalmente, subyace en todo ello un extraño sentimiento de nostalgia por las historias bien contadas, un sentido homenaje al relato como forma de expresión.

Es puro entretenimiento, merece la pena.
rober
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow