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España España · Barcelona
Voto de rober:
7
Drama Un generoso médico lleva a Bélgica a un joven marroquí, a quien educa como si fuera su hijo. Cuando el joven se enamora y decide fundar una familia, su esposa se encuentra encerrada en un clima afectivo irrespirable que tendrá un desarrollo insidioso. Con la llegada de los hijos, la pareja se hace cada vez más dependiente del médico. El altruismo sin límites del doctor se convierte en poder. (FILMAFFINITY)
13 de septiembre de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película. El planteamiento es extraño y enrevesado: una pareja en la que el chico tiene un padre adoptivo que se convierte en la tercera pata de la pareja, hasta el punto de que les acompaña en su viaje de bodas y se los lleva a vivir a su casa. Casi nada. Ningún personaje merece nuestras simpatías: el viejo doctor es un hombre que bajo su generosidad parece esconder graves carencias, o incluso ambigüedades que quedan sólo apuntadas; el joven novio es un mindundi aprovechado y ambicioso, que prefiere sacrificar su desarrollo personal y su vida de pareja por la comodidad y el estatus que le confiere una estructura familiar eminentemente machista; la chica acepta este triángulo deslumbrada por el lujo, cree estar aprovechándose de una oportunidad única, sin darse cuenta de que se mete en la boca del lobo de una vida alienante.

A partir de esta premisa, la película avanza y evoluciona con una rara coherencia. La historia abarca varios años, con grandes elipsis y escenas cortas sobre episodios muy puntuales, y a pesar de ello podemos seguir sin dificultad el hilo argumental de una manera continua. Y poco a poco descubrimos a Émilie Dequenne como una actriz memorable, dando vida a un personaje que se muestra incapaz de rebelarse, y que va cayendo progresivamente en el trastorno.

La pega es la manera en que "Perder la razón" está rodada, con planos desenfocados, objetos que ocupan el plano y un estilo de "cámara al hombro", con el que el director también quiere volver loco al espectador, y que no aporta absolutamente nada. Pretenciosidad estilística, a mi entender. Creo que un lenguaje visual más espartano le habría ido mejor a la película, y de hecho los mejores momentos corresponden precisamente con los planos de mayor concisión formal: la canción mientras la protagonista conduce, los luminosos encuadres en Marruecos, etc.

A pesar de ello, la película va a más progresivamente, hasta derivar en un final que no sorprende (sabemos el desenlace desde el principio) pero que sobrecoge por la inteligente y brillante manera en que está rodado. Lo mejor de la película.

Recomendable
rober
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