No le pongo más nota porque es innecesariamente larga, pero más allá de eso sólo puedo decir que es una película conmovedora como pocas. Buena parte del mérito es de las actrices, sin duda. No está al alcance de cualquiera el poder transmitir tantas cosas con un gesto o una mirada, ni el aguantar una sucesión constante de primeros planos. Kechice apuesta por relatar la historia de una manera cruda y directa. Se ha hablado mucho de las escenas de sexo, pero en mi opinión pocas veces como en este film el erotismo encaja tan bien dentro de una historia. Vivimos la relación entre las protagonistas asistiendo de forma casi insolente a sus polvos, lágrimas, sudores, mocos... Y sin embago, a pesar de lo descarnado del estilo, la película es extraordinariamente rica en el estudio introspectivo e íntimo de Adèle.

"La vida de Adèle" es eso, pura vida, cruel y tierna a partes iguales. Por eso es muy fácil empatizar con los personajes (aunque no seas una mujer) y emocionarte con su trama. Como digo, el único inconveniente es el empeño del director en estirar cada escena más de lo necesario, como si más allá de transmitir sentimientos pretendiese también incomodar al espectador. Y no me refiero a las escenas de sexo, ni mucho menos, sino a todas en general. Un metraje de tres horas, para esta película, es excesivo. Pero, aparte de eso, "La vida de Adèle" es un más que estimable ejercicio de estilo sobre la manera de plasmar la búsqueda de la propia identidad, y de contar una historia de amor intensa y llena de aristas. Toda una lección de cómo la visceralidad y la crudeza también pueden ser instrumentos válidos para emocionar.