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España España · Barcelona
Voto de rober:
8
Drama Polonia, 1960. Anna (Agata Trzebuchowska), una novicia huérfana que está a punto de hacerse monja, descubre que tiene un pariente vivo: una hermana de su madre que no quiso hacerse cargo de ella de niña. La madre superiora obliga a Anna a visitarla antes de tomar los hábitos. La tía, una juez desencantada y alcohólica, cuenta a su sobrina que su verdadero nombre es Ida Lebenstein, que es judía y que el trágico destino de su familia se ... [+]
6 de diciembre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una pequeña joyita que nos viene desde Polonia. “Ida” relata la historia de una joven novicia que ha vivido recluida toda su vida en un convento de monjas, sin apenas comunicación con el mundo. Pocos días antes de tomar definitivamente los hábitos y hacer los votos, visita a su única familia, una tía medio amargada y arrojada a la mala vida, y juntas deciden buscar sus raíces. A partir de ahí la película es una sucesión de contrastes, que Pawlikowski nos va presentando sin prisa pero sin pausa. Pronto vemos que la tía de Ida es en realidad una juez retirada, de glorioso pasado en los primeros años de la Polonia comunista más autárquica y fundamentalista. La vida lóbrega y aislada del convento contrasta con el clima de progresiva apertura que se respira en la sociedad polaca de los años 60. El cristianismo exacerbado y vehemente que Ida ha vivido contrasta con el judaísmo de sus ancestros...

La sobriedad estilística de “Ida” ayuda a atrapar y ahogar al espectador. La fotografía en blanco y negro es pesada, los planos son contundentes, con la cámara casi siempre fija y mostrando estructuras simétricas. Pawlikoski coloca la cámara, en casi todas las escenas, en una posición ligeramente más alta de lo habitual, de modo que los personajes aparecen casi siempre en la mitad inferior del plano, lo que acentúa la sensación de pequeñez y fatalidad. La protagonista se ve sobrepasada por la historia de su familia y ha de enfrentarse al dilema entre la reivindicación y la denuncia, por un lado, y el olvido para continuar un camino propio, por otro. Es el eterno debate que se despierta en todos los lados respecto de la memoria histórica. Remover el pasado puede ser un freno para una vida plena y en libertad, pero también puede ser una condición necesaria e indispensable para ello. El reencuentro de Ida con la casa en donde vivió su familia y la búsqueda del lugar en donde fueron enterrados sus padres, están narrados con sencillez pero, a la vez, con una desolación sobrecogedora. Al mismo tiempo, la aparentemente atolondrada tía aparece como una persona que, en realidad, vive abrumada por el peso de la culpa. A pesar de su aparente frialdad, “Ida” es una película densa y profundamente triste.

A mi entender, el desenlace es lo menos brillante del film, por su previsibilidad y por el modo en que se resuelve el conflicto de la protagonista. De todos modos, “Ida” es una gran película, de ésas que encarnan un modo de hacer cine que debe reivindicarse.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rober
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