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España España · Barcelona
Voto de rober:
8
Intriga. Thriller. Cine negro Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el padre de Alicia Huberman, un espía nazi, es condenado por traición contra los Estados Unidos. Después del juicio, Alicia da una fiesta en la que aparece un apuesto desconocido llamado Devlin. Se trata de un agente de los servicios de Inteligencia que reclama su colaboración para atrapar a Alexander Sebastian, el cerebro de los nazis en Brasil. Al principio se muestra reacia, pero finalmente ... [+]
3 de octubre de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El bueno de Hitchcock nos metió un gol por la escuadra con esto del MacGuffin. Se inventó un concepto (y una palabra) que le sirvió para cosechar elogios y ovaciones, y que hoy está en todos los manuales de Cinematografía… Y nos coló una historia con un argumento un poco absurdo y con un final metido con calzador, mientras crítica y público ensalzaban tan magna obra maestra. Dudo incluso que ni él mismo fuese consciente del tamaño de su colosal broma bufa. Eso sí, entre medio, el director inglés nos regaló no menos de 20 momentos cinematográficos memorables.

Ésa es la gracia y la magia de “Encadenados”. Según he leído, Hitchcock maquinó una trama de espionaje internacional, tomando como elemento central el uranio, incluso antes de que se lanzase la bomba atómica sobre Hiroshima. Ya en la fecha de estreno de la película (1946), una vez acabada la guerra, el tema parecía perfecto para captar la atención del público. Seguramente fue más cuestión de suerte que de ingenio. De hecho, la idea de unos magnates brasileños almacenando uranio en polvo en sus bodegas, envasado en botellas de vino de grandes añadas, es hoy más bien estrambótica.

Todo esto no era más que el marco que Hitchcock necesitaba para contar la historia que él quería filmar, sin dejar de ser el “rey del suspense” que todos esperaban que fuera. En mi opinión, “Encadenados” es una película que brilla en las distancias cortas, sobre todo vista hoy. En realidad, no deja de ser la típica historia del triángulo amoroso, aunque con los tres vértices un poco malparados: el chico bueno, angustiado por el dilema entre el amor y el deber, es de largo el personaje más plano; la chica, atormentada por su situación de mujer-objeto (por no decir otra cosa) que su amado consiente; y el malo… Es curioso, por momentos el personaje que encarna Claude Rains es el más simpático, incluso el que puede despertar más empatía. Él es el único que desde el principio está dispuesto a arriesgarlo todo por amor, incluso en contra de las instrucciones de su dominante madre. Hasta parece sacrificarse y resignarse ante la evidente atracción de su mujer hacia el personaje de Cary Grant. Sabemos que es malo porque el FBI nos dice que lo es, nosotros nunca lo habríamos pensado de ser por el modo en que Hitchcock nos lo presenta. En el mundo un poco distorsionado en que se sitúa la historia, en el que todo es apariencia, Sebastian es quizá el más honesto. Su reclusión en Brasil y la reacción final contra su esposa y contra Cary Grant se deben más a su instinto de supervivencia que a maldad, o crueldad.

No puedo citar todos los momentos que me emocionan de esta película, y que para mí compensan la banalidad de la trama. La presentación del protagonista de espaldas y a contraluz, Ingrid Bergman pellizcando la oreja de Cary Grant mientras le abraza, el plano en picado en la fiesta hasta la mano de ella guardando una llave, la escena de la pareja en la bodega, el beso circular… La película es una fiesta de encuadres, miradas y movimientos de cámara. “Encadenados” podrá gustar o no, pero supone la prueba evidente de que Hitchcock era mucho más que un rey del suspense, y que cuando quería jugar a hacer cine era capaz de hacer cosas magníficas…
rober
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