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España España · Barcelona
Voto de reporter:
8
Drama. Comedia A Woody Grant, un anciano con síntomas de demencia, le comunican por correo que ha ganado un premio. Cree que se ha hecho rico y obliga a su receloso hijo David a emprender un viaje para ir a cobrarlo. Poco a poco, la relación entre ambos, rota durante años por el alcoholismo de Woody, tomará un cariz distinto para sorpresa de la madre y del triunfador hermano de David. (FILMAFFINITY)
7 de febrero de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un lugar de Nebraska, de cuyo nombre no quiero acordarme, nació un hombre con una vida (adelantemos acontecimientos) marcada por la desgracia. Muchas décadas después, en un lugar de Montana, de cuyo nombre tampoco quiero acordarme, el hombre, convertido ahora en anciano, camina con paso torpe pero con inquebrantable convicción hacia la tierra que lo vio nacer. En su mente, una promesa; un premio que va a cambiar su vida. Unos días atrás, la patética rutina vital en la que lleva ahogándose desde mucho más allá del rango de alcance de su memoria, fue interrumpida al abrirse el buzón. En él, una carta en la que se puede leer, en letras mayúsculas, su nombre y apellidos, acompañados por la suculenta cifra de un millón de dólares. Él, y solo él, se ha convertido, de la noche a la mañana, en millonario. Él, y solo él, será el dueño tanto de la ranchera más bonita y reluciente del mercado como del convertidor de energía más potente que se pueda comprar.

Ya habrá tiempo para pensar en qué gastar el dinero restante... pero antes debe volver a Nebraska. La fecha límite de expiración de su premio está muy cercana en el calendario y no hay tiempo que perder. La distancia a recorrer es grande y los elementos no parecen jugar a su favor. Tiempo atrás le fue retirada la licencia de conducir, en ese mismo momento no dispone del dinero suficiente para pagarse los costes del desplazamiento y por si fuera poco, ningún miembro de su familia parece apoyarle lo más mínimo en dicha empresa. Éste es el punto de partida de 'Nebraska', nueva película de Alexander Payne... y con esa, ya fueron cuatro las películas que en aquella espectacular 66ª edición del Festival de Cine de Cannes, se quedaron sin una Palma de oro que en cualquier otro año seguramente hubieran ganado con suma facilidad. Y así estaban las cosas (y así terminaron) en la Croisette: Unos tuvieron que ''conformarse'' con el Premio Internacional del Jurado, otros con el reconocimiento al Mejor Guión, otros al Mejor Actor, otros con el Gran Premio del Jurado... otros incomprensiblemente se fueron de vacío, y aun así, aquel Palmarés olía a justicia divina. Sencillamente brutal.

Tras su último intento de conquista de los Oscar con 'Los descendientes' (órdago saldado con relativo fracaso... o discreto triunfo, según como se vea), Payne sorprende, más que por prescindir de grandes nombres en el reparto de actores, por apoyarse en un guion que no firma él. Este cineasta que ha basado buena parte del éxito de su carrera en el mimo y minucioso desarrollo de cada uno de sus textos, siendo todos ellos evidentes reflejos de sus inquietudes más personales; de sus etapas vitales, se asocia ahora con la dupla novel compuesta por Bob Nelson y Phil Johnston (éste último detrás de la muy estimable '¡Rompe Ralph! '), creándose así un dream team de altura que rinde a las mil maravillas desde los primeros segundos del partido.

En un lugar de Montana, un hombre de tristísima figura intenta llegar a otro lugar de Nebraska. Y por si alguien se preguntaba qué pasaría si Don Quijote resucitara en el Midwest estadounidense contemporáneo, ahí está la road movie 'Nebraska' para darle la respuesta. Al anciano Woody Grant se le ha secado el cerebro y ve gigantes donde solo hay molinos. En otras palabras, la decrépita y alcoholizada estrella principal del espectáculo, aplastada por el insoportable peso de la desilusión, cree haber encontrado un premio millonario donde en realidad hay poco más que una estafa pensada para embaucar a la gente de su edad. El sobrio blanco y negro y la manera de jugar con los escenarios nos remite a la -ligeramente- sonriente melancolía de Peter Bogdanovich y a la mejor tradición documentalista. 'Nebraska' es, ante todo, un quijotesco testigo de un espacio y de un tiempo, ambos igualmente quijotescos. El feísmo del s. XXI es encantadora y desgarradoramente honesto... y suena y se ve exactamente así.

A medida que el coche ''rocinantesco'' que lleva al anciano y a su descendiente (estupendos Bruce Dern y Bill Forte, lo mismo para el resto de intérpretes) va sumando millas, la cámara se detiene a contemplar, y nunca a subrayar, lo que queda de las esperanzas de tiempos pasados. Esto es, un montón de promesas -incumplidas- convertidas en locura; en el mejor de los casos, en ''estúpida fantasía''. El desengaño se apodera de cada granja, de cada casita de dos pisos y de cada barra de bar. Los depresivos despojos de la América más olvidada y golpeada presencian, no obstante, el porvenir de una comedia tan humana como humanista. La familia, por supuesto, es una disfuncionalidad en sí misma. Una comunidad innegociable, hostil y desagradable... y aun así, cálida y entrañable. Aunque el guión no haya salido de su puño y letra, Alexander Payne se lo hace suyo al reforzar a través de la puesta en escena uno de sus signos más distintivos. Topamos, una vez más, con la desmitificación del maravilloso american way of life entendida como una necesidad que no tiene por qué quedarse anclada en el drama. Hay amargura, y mucha, pero también carcajadas. En la misma cantidad y grado de contundencia. Lo mejor: detrás de todo esto está la que con toda probabilidad sea la obra hasta la fecha más perfecta de un cineasta casi perfecto en su terreno.
reporter
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