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España España · Barcelona
Voto de reporter:
8
Drama Gran Bretaña, en un futuro indeterminado. Alex (Malcolm McDowell) es un joven muy agresivo que tiene dos pasiones: la violencia desaforada y Beethoven. Es el jefe de la banda de los drugos, que dan rienda suelta a sus instintos más salvajes apaleando, violando y aterrorizando a la población. Cuando esa escalada de terror llega hasta el asesinato, Alex es detenido y, en prisión, se someterá voluntariamente a una innovadora experiencia de ... [+]
8 de julio de 2007
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘La naranja mecánica’ es posiblemente una de las películas más injustamente maltratadas de la historia del cine. De ella se ha criticado el incitar a la violencia (estas falsas acusaciones causadas por un supuesto ataque a un vagabundo a manos de una banda callejera que cantaba “Singing in the rain” emulando a una famosa escena del metraje, fueron las que llevaron a Kubrick a autocensurar su filme en Gran Bretaña hasta su muerte) y los habituales defectos en la obra del cineasta estadounidense, sólo hallados por aquellos incapaces de ver su innegable talento. Hay quien dice que las ansias de perfección del director acaban por inundar sus productos de un insoportable artificialismo… no son más que las quejas de envidiosos del inigualable genio kubrickiano.

También se ha hablado demasiado a menudo de su efectismo. Falso. ‘La naranja mecánica’ es una obra cargada de simbología y dotada de un poderoso y arriesgado mensaje moral: es mejor ser malo por voluntad que bueno por obligación. Y esto debe ser destacado porque hay personas que se empeñan en ver en Alex una vulgar vía de escape para que Kubrick pueda desfogarse a gusto. Se le ha acabado adjudicando solamente el hecho de haberse convertido en un icono pop. Pero en realidad hay mucho más detrás. Una definición más fiel sería la de una de las más fascinantes y profundas encarnaciones del mal de toda la historia.

El contenido político no es precisamente escaso y menos cuando es sabida la repulsión que causaban los gobiernos totalitaristas en Kubrick. ‘La naranja mecánica’ (donde planea la sombra de Margaret Thatcher) es precisamente un terrorífico retrato de estos gobiernos, que se creen con derecho a inmiscuirse en todos los ámbitos de su población, incluso en su mente. Y así queda reflejado en la sobrecogedora escena en la que un grupo de científicos fuerza a Alex a visionar una alta dosis de violencia al compás de su amado Beethoven. Porque ya se sabe, citando al propio director: “No importa si son de izquierdas o de derechas… los políticos extremistas comparten siempre el mismo desprecio por el ser humano.”

Con una personalísima estética, unas logradas -y sufridas- actuaciones y escenas que se quedan para siempre en la memoria (es increíble la manera como Kubrick juega con el espectador, haciéndole pasar de la repulsión a la fascinación en escasos segundos), ‘La naranja mecánica’ ha acabado imponiéndose con todo merecimiento no sólo como uno de los filmes más emblemáticos de la década de los setenta, sino también como un extremadamente -nunca mejor dicho- valiente clásico de la historia del cine. HAY que verla.
reporter
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