FA
colaborador
Media votos
5,6
Votos
11.618
Críticas
629
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de reporter:
7
4,7
9.939
Terror. Acción. Comedia
Un grupo de amigos, todos jóvenes snowboarders, tenía todo lo necesario para pasar unas vacaciones geniales en la montaña: cabaña, esquíes, motos de nieve, trineos, grandes cantidades de cerveza y mucha hormona desatada. Pero con lo que no contaban era con que iban a sufrir los ataques de unos terribles e implacables zombies que en su día fueron soldados nazis. (FILMAFFINITY)
4 de agosto de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Echando un rápido vistazo a la de momento corta trayectoria de Tommy Wirkola nos encontramos con una parodia del 'Kill Bill' de Tarantino, titulada 'Kill Buljo', una cinta de terror pasada de rosca traducida aquí con un más que elocuente 'Zombis nazis' y una película en proyecto con un título que vendría a ser “Kurt Josef Wagle y la leyenda de la Bruja del Fiordo”, en clara referencia al controvertido trabajo de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez ‘El proyecto de la Bruja de Blair’ y que por lo visto tiene también en mente a otras cintas clave dentro de la nueva hornada del terror digital como lo son 'Monstruoso' o nuestra '[•REC]'. Este historial convierte al director en un ya reconocido experto de las spoof movies, lo que vendría a ser la versión noruega de los hermanos Zucker o Wayans.
Esa comparación sería más sólida si nos quedáramos sólo con la ya citada e insuficiente 'Kill Buljo', filme que seguía mucho la estela de las películas de parodia provinentes del otro lado del charco y que lamentablemente invaden nuestra cartelera cada año. En su aquí inédito debut cinematográfico, Wirkola ofreció un despliegue de humor soez, escatológico e irritante que tenía en la adoración tarantiniana su única razón de existir. El ejercicio era un fracaso monumental, digno de cualquier fan-movie y en el que había poquísimos indicios que indujeran a pensar que allí había el talento suficiente como para ofrecernos algún día un producto decente. Dos años después de aquella horrible experiencia, el realizador escandinavo demuestra que por suerte, los malos pronósticos no siempre se hacen realidad.
La prueba la hallamos en esta “nieve muerta” híper-poblada de no-muertos antropófagos al servicio del Führer. ¿Recuerdan 'Las mujeres lobo de las SS', aquel delirante falso trailer dirigido por Rob Zombie para el proyecto Grindhouse? Por ahí van los tiros. Se ha teorizado mucho sobre el éxito apabullante de público que ha conocido el movimiento zombie desde sus pretéritos orígenes cinematográficos. El fuerte arraigamiento de la mitología afro-caribeña en el subconsciente colectivo, perfecto para la creación de imágenes terroríficas (no fue casualidad que el mítico Bela Lugosi encabezara el cartel del filme originario de esta temática); la idoneidad de sus fundamentos para plasmar el estado de las clases populares o para despertar inquietudes sociales, etc.
Esa comparación sería más sólida si nos quedáramos sólo con la ya citada e insuficiente 'Kill Buljo', filme que seguía mucho la estela de las películas de parodia provinentes del otro lado del charco y que lamentablemente invaden nuestra cartelera cada año. En su aquí inédito debut cinematográfico, Wirkola ofreció un despliegue de humor soez, escatológico e irritante que tenía en la adoración tarantiniana su única razón de existir. El ejercicio era un fracaso monumental, digno de cualquier fan-movie y en el que había poquísimos indicios que indujeran a pensar que allí había el talento suficiente como para ofrecernos algún día un producto decente. Dos años después de aquella horrible experiencia, el realizador escandinavo demuestra que por suerte, los malos pronósticos no siempre se hacen realidad.
La prueba la hallamos en esta “nieve muerta” híper-poblada de no-muertos antropófagos al servicio del Führer. ¿Recuerdan 'Las mujeres lobo de las SS', aquel delirante falso trailer dirigido por Rob Zombie para el proyecto Grindhouse? Por ahí van los tiros. Se ha teorizado mucho sobre el éxito apabullante de público que ha conocido el movimiento zombie desde sus pretéritos orígenes cinematográficos. El fuerte arraigamiento de la mitología afro-caribeña en el subconsciente colectivo, perfecto para la creación de imágenes terroríficas (no fue casualidad que el mítico Bela Lugosi encabezara el cartel del filme originario de esta temática); la idoneidad de sus fundamentos para plasmar el estado de las clases populares o para despertar inquietudes sociales, etc.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Hay una explicación más sencilla y mucho más políticamente incorrecta. Este tipo de productos nos pone en contacto con una de las pulsiones más oscuras y salvajes con las que en mayor o menor medida todos hemos coqueteado alguna vez. Es algo que Los Simpson supieron plasmar a la perfección en una de sus fantásticas entregas de “La casa árbol del terror”. En ella, Springfield se veía invadida por los no-muertos, y Homer decidía poner fin a dicha situación a escopetazo limpio. En plena vorágine de cartuchos y pólvora iban cayendo los zombis de ilustres personajes históricos hasta que nuestro héroe se topaba con el de su odiadísimo vecino, ante el que no dudaba ni un segundo de propinarle la carga de plomo que merecía... lo de preguntarse si era o no un muerto viviente llegaría luego.
Este éxtasis culpable; este placer horrible de disparar a una figura humana sin temer a la infinidad de repercusiones ético-morales que este acto entrañaría, se ve potenciado con el hecho de que los cuerpos putrefactos que reciben los balazos pertenecieran alguna vez a despiadados soldados nazis. ¿Quién podría resistirse? Wirkola desde luego no, y es por ello que no se corta ni un pelo a la hora de abordar la gran sangría. En este aspecto, los amantes del gore ya tienen un nuevo “must-see” al que admirar. Aunque al filme le cueste un poco arrancar y su primer tramo sea una clara muestra de de terror teen algo mal llevado, la verdad es que su última y demencial media hora es para enmarcar. La hemoglobina, los intestinos y los miembros amputados tiñen de rojo la nieve de las montañas nórdicas, causando el deleite máximo entre el público ansioso de pegarse un buen y calentito baño de entrañas.
Pero más allá de la gamberrada, 'Zombis nazis' hace gala de un exquisito humor negro, y hasta se permite el lujo de ser elegante en algún que otro tramo. Es por ello que la partitura del también noruego Edvard Grieg para su mítico “I Dovregubbens hall” que suena durante el prólogo le va como anillo al dedo a la cinta y sirve como perfecta síntesis de todo lo que nos muestra Wirkola. Un inicio tímido pero juguetón va abriendo paso poco a poco a unas notas que cada vez van encadenándose de forma más rápida y estridente para terminar en un frenesí musical que impacta y divierte al oyente. Esto mismo encontramos en esta nieve que de muerta no tiene nada. Además, por el camino los gourmets se deleitarán al ver como hay hasta tiempo para homenajear a clásicos del género como Sam Raimi o Peter Jackson. ¿Qué más se puede pedir? Y hablando del neozelandés, después de firmar la genial 'Braindead (Tu madre se ha comido a mi perro)' declaró que no volvería al gore hasta que alguien no rodara algo más salvaje. De momento no parece que debamos desplegar la alfombra roja para tan ansiado regreso, pero si este alocado director escandinavo sigue con una progresión tan buena, quizás el de las antípodas debería reconsiderar el volver a sus orígenes.
Este éxtasis culpable; este placer horrible de disparar a una figura humana sin temer a la infinidad de repercusiones ético-morales que este acto entrañaría, se ve potenciado con el hecho de que los cuerpos putrefactos que reciben los balazos pertenecieran alguna vez a despiadados soldados nazis. ¿Quién podría resistirse? Wirkola desde luego no, y es por ello que no se corta ni un pelo a la hora de abordar la gran sangría. En este aspecto, los amantes del gore ya tienen un nuevo “must-see” al que admirar. Aunque al filme le cueste un poco arrancar y su primer tramo sea una clara muestra de de terror teen algo mal llevado, la verdad es que su última y demencial media hora es para enmarcar. La hemoglobina, los intestinos y los miembros amputados tiñen de rojo la nieve de las montañas nórdicas, causando el deleite máximo entre el público ansioso de pegarse un buen y calentito baño de entrañas.
Pero más allá de la gamberrada, 'Zombis nazis' hace gala de un exquisito humor negro, y hasta se permite el lujo de ser elegante en algún que otro tramo. Es por ello que la partitura del también noruego Edvard Grieg para su mítico “I Dovregubbens hall” que suena durante el prólogo le va como anillo al dedo a la cinta y sirve como perfecta síntesis de todo lo que nos muestra Wirkola. Un inicio tímido pero juguetón va abriendo paso poco a poco a unas notas que cada vez van encadenándose de forma más rápida y estridente para terminar en un frenesí musical que impacta y divierte al oyente. Esto mismo encontramos en esta nieve que de muerta no tiene nada. Además, por el camino los gourmets se deleitarán al ver como hay hasta tiempo para homenajear a clásicos del género como Sam Raimi o Peter Jackson. ¿Qué más se puede pedir? Y hablando del neozelandés, después de firmar la genial 'Braindead (Tu madre se ha comido a mi perro)' declaró que no volvería al gore hasta que alguien no rodara algo más salvaje. De momento no parece que debamos desplegar la alfombra roja para tan ansiado regreso, pero si este alocado director escandinavo sigue con una progresión tan buena, quizás el de las antípodas debería reconsiderar el volver a sus orígenes.