Decían que “Batalla en el cielo” era una de esas películas que uno debía ver para luego poder posicionarse a favor o en contra de ella en el debate que ya había suscitado desde su presencia en la sección oficial del Festival de Cannes en 2005.
Yo, amante de las rarezas cinematográficas, acogí con ilusión este título, esperanzando de encontrarme aquello que la película vendía. En la carátula del DVD se decía: “Es un puñetazo en la boca de tu estómago, un relato lleno de ruido y furia ante el que a veces sólo se puede hacer una cosa: cerrar los ojos.”
Y nada de eso. Uno se encuentra una historia pobre y, si es poco, mal contada. Te dejas llevar por la película sin emoción, porque la película nunca logra transmitirte este sentimiento. Sólo la maravillosa fotografía de Diego Martínez Vignatti parece que despierta a uno cierto interés.
Porque la película no da más de sí. Se esfuerza, pero sin éxito. Busca basarse en su teórica trasgresión para reclamar su éxito. Y, aunque desde ese punto de vista la cinta es muy agresiva, eso no da respuesta a mis preguntas: ¿cómo está película ha podido ser muy valorada por algunos críticos de este país? Y lo más importante, ¿cómo pudo hacerse un hueco en la sección oficial del mejor festival del mundo?
Si sólo nos dejamos seducir por el que más se atreva a cruzar la raya de lo políticamente correcto y moral, poco podemos esperar.
¿Un puñetazo en el estómago? Pues no. ¿Un relato lleno de ruido y furia? Sí, demasiado ruido para lo poco que ofrece. ¿Qué te obliga a cerrar los ojos? Pues también, pero no porque te sorprenda, te atrape o, incluso, te perturbe. Simplemente, porque aburre. Ojalá la película transmitiera todo aquello que promete.
Supongo que ya se imaginan en qué lugar me posiciono en ese teórico debate sobre la película de Reygadas.
Absurda, superflua e ineficiente. Afortunadamente, siempre nos quedarán títulos mexicanos igual de transgresores que esta película y de mucha mayor calidad. “Y tu mamá también” es un buen ejemplo de ello.