Sin lugar a dudas Blake Edwards ha sido uno de los maestros del cine, y se movía como pez en el agua en muchos géneros, pero sobre todo en la comedia.
En esta ocasión nos presenta una comedia musical que sigue funcionando como el primer día. Y es que en realidad es una historia original, pero que expone el tema de la homosexualidad y el travestismo desde un punto de vista que resulta muy actual, enfocándolo todo sin ningún tabú; aunque se trata de una película de la década de los 80. Y digo esto porque actualmente es más común ver este tema en el mundo del cine, pero hace décadas no era normal que una película se centrara en ello.
Sin lugar a dudas se trata de una gran película que divierte y entretiene desde el principio hasta el final. Su historia nos presenta a una joven que vive en París en los años 30, y no tiene nada de dinero ni siquiera para comer. Ella es una artista que intenta encontrar un lugar donde trabajar, pero nadie la contrata. Un día un maduro gay que canta en cafés y que ha sido despedido se le ocurre una idea. Hacer que ella haga creer a todo el mundo que es un joven gay que se viste de mujer para actuar; para convertirlo así en el mejor transformista de todos los tiempos; aunque en realidad sea una mujer.
La idea es muy original y funciona de manera fantástica. Uno disfruta con la trama y la diversidad de escenas que le ocurren a los protagonistas. Escenas llenas de enredos donde algunos ocultan su verdadera sexualidad, y otros intentan comprender porque sienten ciertos sentimientos hacia un chico cuando en realidad no son gays. Un juego de engaños que solo produce carcajadas.
Pero la película también funciona por las fantásticas actuaciones de sus protagonistas. Encabezada por una magnífica Julie Andrews que deja su traje de Mary Poppins para meterse en la piel de este transformista, hasta los geniales James Garner y Robert Preston; sin olvidar a la increíble Lesley Ann Warren que hace uno de los personajes más divertidos e histriónicos a la vez que ha dado el cine.
Un guion fantástico, ingenioso y avanzado para su época; además de una increíble banda sonora hacen de este musical un imprescindible de ver.
En fin, "¿Victor o Victoria?" es una película que juega constantemente con el espectador como con los personajes, gracias a que se balancea en todo momento en el mundo de la orientación sexual. El concepto gay y del transformismo está presente constantemente, y todo enfocado desde el más puro respeto y con una ironía con la cual es inevitable reírse y disfrutar con este mágico musical.