Richard Donner dirige este thriller que atrae mucho, pero luego decepciona más. Uno se hace ciertas expectativas cuando lee la sinopsis, y al ver como va avanzando la historia todo lo que uno esperaba se desmorona sin remedio.
Bruce Willis es el encargado de dar vida a un policía alcohólico que debe encargarse de trasladar a un joven de la cárcel al juzgado. Un trayecto de 16 calles que serán complicadas de atravesar.
La historia en base resulta bastante atrayente, pero en la práctica no funciona. Conforme van avanzando los minutos, uno se va dando cuenta que existen muchos agujeros, y que hay muchos planteamientos mal enlazados. Se plantean situaciones que transcurren de un modo con el único objetivo de que la historia se complique y así poder continuar con el metraje, pero en cambio existen infinidad de otras opciones con las que la trama se hubiera resuelto de una manera mucho más sencilla y más rápida.
Este es el punto que hace que la película no se disfrute, ya que toda la evolución de la historia resulta bastante volátil, y no se sostiene fácilmente.
En fin, una película de acción que no consigue atraer en mucho salvo por una magnífica actuación de David Morse (siempre está genial este actor) y un trabajo de sonido y montaje bastante bueno. Sería lo único destacable de toda la película, pero que no consigue sostener una historia que se cae por su propio peso.