Cada vez que veo algo de Pixar encuentro que me descubre un mundo nuevo y una nueva manera de disfrutar del cine. Que grande esta productora que es capaz de realizar películas de animación con una gran calidad. Calidad que ya les gustaría tener a muchas películas que se exponen con grandes aires, y que cuando uno las ve, su calidad se esfuma por arte de magia.
En esta ocasión la gran productora nos presenta a unos animales que sinceramente les tengo un asco tremendo (las ratas), pero hace que sienta una enorme ternura desde el principio.
Se crea un mundo donde la historia se centra en una joven rata que tiene un don para la cocina y cuyo sueño es ser un gran chef.
Un aspecto muy curioso de la película es que en un principio el mundo está visto a través de los ojos de la rata, pero a la media hora aproximadamente la visión varía a los humanos; y durante el resto del metraje irá oscilando de unos a otros. Este detalle es muy importante ya que el lenguaje que se usa y la visión varía en referencia a la mente que lo esté viendo.
La historia que se narra es realmente entrañable y cuenta con frases maravillosas sobre la confianza y la superación de uno mismo para conseguir lo que uno sueña.
El tratamiento de los dibujos es sobresaliente diferenciándolos claramente en el color, miradas y aspecto físico la verdadera personalidad de cada personaje. No obstante el punto álgido lo pone ese crítico de cine, el cual es un personaje que recuerda en cierto modo a los creados en "La novia cadáver", y que da un aspecto tétrico; incluso al observarlo en su despacho con forma de ataúd.
En fin, gran película que divertirá tanto a mayores como a niños, y que hace que uno idolatre un poco a más a esta gran fábrica de sueños que es Pixar. Una productora que es capaz de dar vida a personajes que dentro de unos años se convertiran en grandes clásicos que recordaremos con añoranza.