Mi amigo Tarantino vuelve a deleitarnos con otro de sus bestiales cuentos. Y lo hace como solo él sabe hacerlo. Metiendo diálogos de besugo a puntapala, quitándole el polvo a viejas estrellas para ponerlas en circulación, experimentando con la óptica (en unas películas te divide la pantalla en dos, en otras te mete efectos raros tipo neón, y a esta le tocó tener aspecto de rollo de película rescatado del cubo de la basura). Así que ya lo sabéis, si queréis verla aflojar el bolsillo porque como se la compréis al chinito pol-dos-eulos, no os vais a enterar de ná; que ya de por sí se ve regular.

No llega al diez como sus anteriores trabajos. Para qué engañarnos; se hace algo monótona y los diálogos están menos trabajados... pero el simple hecho de ser un producto salido de la perversa mente de Quentin, quien nos vuelve a mostrar su exquisito gusto por los pies femeninos (y cachas, todo hay que decirlo), hace de esta, una buena cinta para los que disfrutamos con los regalos que nos hace el director de muy vez en cuando.