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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Juan Rúas:
7
Thriller. Drama El matrimonio de Edward (Richard Gere) y Connie Sumner (Diane Lane) parece ir bien: tienen un hijo, dinero, posición y una bonita casa en un barrio residencial de las afueras de Nueva York. Pero un día, en Manhattan, Connie conoce a Paul (Olivier Martinez), un joven y atractivo coleccionista de libros de origen francés, con el que comienza una apasionada relación extramatrimonial. (FILMAFFINITY)
30 de noviembre de 2010
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aparece por allí, la obra de Jack London es nombrada de forma pasajera, pero en ella está el secreto, la fuerza, los motores que mueven a Infiel. Porque la obra de Lyne convoca las pasiones en su máxima expresión, juega a los dados con un cubilete que o bien se agita como una corriente submarina, o bien como un viento huracanado.

Un paisaje hermoso y triste, un bote vacío, un viento cojonudo que derriba a cualquiera: Infiel hace de sus primeras imágenes una diapositiva metafórica que ya está activa antes de que la trama cobre forma. Pareciera que algo iba a gestarse, algo que provenía del pasado activo de esa familia y que nos dejó afuera...durante un rato. Fidelidad, confianza y culpa, sentimientos básicos de una peli que hace del instinto puro un dogma a seguir y que, como Colmillo Blanco, no tiene lugar para los razonamientos. Un solo acto razonado la hubiera dado vuelta como un panqueque mal hecho, se hubiera tratado de otra cosa. Los personajes, a excepción de ese niño que tiene poco para decir e igualmente poco para representar, parecen animales deseosos, furiosos, apasionados, recelosos. Un Gere siempre medido y de buen pie, una Lane que podrá ser infiel pero nunca deja de ser mujer-de-un-sólo-hombre (spoiler). Si la obra deriva en una tormenta, pues era visible a kilómetros, pero sólo una vez vista toda la peli, puesto que ésta se encarga de ser explícita sólo cuando le conviene. Cuando no le conviene se oculta en silencios, en sombras y miradas, y lo hace bien.

La peli posee su lado, digamos, casi policial, trastabilla un poco, pierde color para retomarlo después, para cuando el secreto se multiplica y pasa a ser mutuo, canceroso. De más está decirlo, para cuando pasa a ser irreversible. Lyne filma sin pomposidad, con discreto criterio, quizás vuelve redundante un desenlace que ya no puede decir mucho más, porque la pasión termina allí, como todos los sentimientos arrebatados, con un golpe brusco, un volantazo violento, una vuelta de página y algunas decisiones abiertas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juan Rúas
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