El hombre de mimbre se caracteriza, principalmente, por mostrar dos realidades confrontadas a modo teológico: Cristianismo vs. Paganismo; religiones enemistadas desde tiempos ancestrales.

Podía tranquilamente haber optado por el género bizarro. Sin embargo, elige combinar tonos tales como el músical, el drama cómico y el drama trágico; haciendo que la clasificación categórica de la peli no sea tan definible. En este aspecto la propuesta gana en matices: nunca estas del todo posicionado con respecto a lo que estas viendo.

Por otra parte, la pesadez de su desenlace nunca llega a ser tal porque, paradójicamente, el guión siempre es tratado desde un modo muy lúdico y desenfadado. Como un juego que se decanta a no serlo, pero con un espectador delante que ha permanecido una hora veinte entre disfraces chillones y canciones buen rollistas. El desenlace, a mi gusto, no logra equilibrar una balanza demasiado inclinada sobre el "azúcar".

Otro detalle, aunque en mayúsculas, es el retrato tan abiertamente expositivo de intenciones sobre el tramo final. No solo a nivel teológico sino desde el guión mismo. Los diálogos funcionan como un libro abierto y la trama se vuelve casi una receta de cocina, mostrando ingrediente por ingrediente.

Aún explotando de forma efectiva su atmósfera, El hombre de mimbre no logra desprenderse de su propia ingenuidad de base. La inocencia de una manzana apenas masticada que debe resolver su "misterio" de manera sobre explícita. Ahí donde la tensión dramática no logra plasmarse, resultando en un producto de mensaje claro, pero de potencia fallida.